Daniel Manrique and Mexican Art
(Daniel Manrique y El arte de México)


Daniel Manrique: Me vale madre si me entienden o no

LA OBRA CALLEJERA como una resistencia ante lo eminente; como una autocrítica y como una salvaje lucha en una selva asfáltica de leones de cárcel y ambulantes. Así es el solitario trabajo del neomuralista Daniel Manrique (Tepito, DF, 1939), que desde los años 70 expone las más célebres iconografías populares las calles del llamado barrio bravo. Antes de que se pusieran de moda el grafitti-art y el stencil, él intervino muros de vencindades y subterráneos de esta zona; desde entonces empezó trazando imágenes para unos pocos: para aquellos que se atrevían a introducirse por las violentas arterias de esa colonia.

mona lisa tepiteña
©1980-2008 Copyrighted by Daniel Manrique, Reproduction prohibited.

Unos trazos que van a caballo entre el retrato social, la crónica y la crítica política, los iconos que se representan en sus lienzos de cemento son los protagonistas históricos de una trama de cine neorrealista y de sección de nota roja de los noticieros: boxeadores, putas, bailarines de fiesta, fayuqueros, boleros, homeless alcohólicos, policías corruptos, drogadictos, ladrones, futbolistas y artistas… ejemplos de la transculturización de la mcluhaniana isla global, la desfragmentación cotidiana y la piratería china a través de los trazos de una paleta con tonos brillante, pero oscuros en cuanto a temáticas.


©1980-2008 Copyrighted by Daniel Manrique, Reproduction prohibited.

Él es Tepito Arte Acá, dice mientras parodia el tono lingüístico de los vecinos de El Ratón Macías, del luchador Místico, de Resortes, y sus ojos se iluminan burlones detrás de unos enormes lentes de armazón metálico. Invariablemente vestido todo de negro, con una mochila de cuero, también oscura. “Dos veces estuve a punto de morir de hambre, pero me rescataron”, añade tras regresar velozmente de su pasado entre vecindades y pasadizos. “Ahora me invitan a pintar en Canadá, Estados Unidos y Francia”… En Canadá, hace cuatro años, le pagaron su primer mural; fueron 150 mil pesos que no compensan todo el trabajo y dinero invertidos en cuatro décadas. “Ni te hagas ilusiones de que hay muchos murales míos por ´aí; cada vez tengo menos”, advierte cuando le expreso que quiero tomarle fotos a sus trabajos de street art.

Cree que el conjunto de su obra efímera surgió por “chiripa”, pero el “mérito consistió en no soltar esa casualidad”. La chiripa es una casualidad, algo que a un sujeto le llega sin haberlo pedido ni buscado. También es una revelación; una ráfaga que de pronto ilumina entre la oscuridad. En los 70 arrancó un proyecto junto con Julián Casco que se llamó Conozca México, visite Tepito, el cual continúa hasta la fecha de forma solitaria; “lo demás ha sido oficio”, como se llama la exposición suya que el domingo pasado concluyó y llevó por título El poder de los oficios: Tepito Arte Acá, una propuesta, en la galería José María Velasco.

Daniel Manrique
©1980-2008 Copyrighted by Daniel Manrique, Reproduction prohibited.

Aunque es heredero desarraigado de la escuela de pintura mexicana llamada Muralismo, no se considera como tal, se ve más como un cronista crítico del barrio en el que ha vivido casi toda su vida. “Me interesa ver”, subraya y explica: “A los genios no hay que comprenderlos; ellos son quienes deben comprender a los demás. Entonces yo estoy en una actitud de entender mi entorno y lanzar el rollo. Si me entienden, bien; sino me vale madre”. Cuando se le pregunta si no siente malestar al reconocer que no tuvo acceso a las grandes galerías enfatiza que le duele, pero que desde el otro lado de la fama ha luchado por conocer cada vez mejor a la gente de la colonia en la que creció.

Recuerda que hace homenaje a los tepiteños porque desde los siglos de dominación y explotación española arreglaban las cosas que ya no servían y venía de Europa. “Aquí, el oficio de la técnica predominó durante tantos siglos. Ellos eran los que le quedaban más cerca a los conquistadores y donde se comerciaba con objetos ilegales que no se podían vender en lo que entonces era la Nueva España”, desde entonces han sido los transformadores, los que se han apropiado a su forma de todo aquello que viene del exterior. Aquí siempre se han vendido armas, drogas y otras cosas”. En estas calles fue donde detuvieron los conquistadores a Cuauhtémoc, el último tlatoani azteca.

Concluye que “todos estos años no han sido en vano porque lo que he logrado han sido satisfacciones personales, como es enriquecer mi conocimiento”.


links:
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